Aeropuerto; terminal 1, 5:00 am
Allí estaba yo esperando el avión de las seis de la mañana para hacer el viaje que siempre había soñado;estaba hecha un flan.
_ Cómo se me ocurre embarcarme en esta aventura ¡con el miedo que tengo a volar!
¡Por qué no les dije que me cambiaran el regalo! No sé, podría haber sido una entrada al teatro, un fin de semana en un parque temático, una cena en un restaurante con algo más de categoría, la entrada a un concierto ¡Si tengo una amplia gama de diversidad! Podrían haber sido tantas cosas; pero ellos sabían que por encima de todo eso, viajar a Nueva Orleans me hacía especial ilusión .Se los referí en tantas ocasiones que seguro lo decidieron porque acertarían de pleno, y en realidad es así.Cómo iba a ponerles pega,con sus caritas lo decían todo; parecían más ilusionados que yo. Pero ahora que estoy aquí, pensar en las horas de vuelo; más de trece, casi nada. ¡Voy a morir!
En cuanto suba al avión, le pido a la azafata algo eficaz para dormir; le explicaré de mi fobia a volar, y si no me lo da no descarto bajarme. Estaba tan nerviosa que seguía hablando sin parar; al girarme para dirigirme a la zona de embarque, me tropecé con aquel hombre negro tan apuesto. Para disculparme tuve que alzar considerablemente mi cabeza.
_ Disculpe! Los nervios me pueden. Él me sonrió. _ ¡Soy María!
_ Me ha sido inevitable escucharte María, mantenías una conversación muy expresiva contigo misma Yo reí algo nerviosa _ Solomon, encantado!
¿Sabes una cosa? A mi también me daba pánico volar. No se lo digas a nadie. eh! Yo negué sonriendo.¿ Sabes cuál es el secreto para perderle el miedo?
_ ¿ Volar más a menudo? Guiñandome, afirmó con un gesto. Espero salir viva de esta para quizás repetir, no prometo nada.
En ese rato de conversación ni siquiera me di cuenta de que habíamos embarcado y de que ya nos disponíamos a abrochar cinturones; recién acomodados pensé en avisar a la azafata por evitar un posible ataque de pánico, pero Solomon supo desviar mi intención retomando otra conversación conmigo; mientras me explicaba, sacó su cartera mostrándome lo que me había referido. Al ver el retrato de aquella preciosa chica negra, no dude en decírselo.
_ Es preciosa! Y dices que es tu tatarabuela Ruby, que es lo único que conservas de ella.
_ Así es! Esta foto y quien la retrató, mira; Michel Dumomt 1862 Siempre la llevo conmigo, esta vez con una razón de peso. Podría decir que me urge, necesito ver donde sirvió como esclava. Se que la plantación Evergreen aun funciona como una plantación de azúcar.
_ Evergreen! De hecho tengo una entrada para visitarla Podríamos ir juntos!
_ Sería genial! ¿Sabías que allí se filmó la película “Django sin cadenas” de Quentin Tarantino? ¿La conoces?
_ Si, por supuesto! La he visto varias veces. Él me miró como diciéndome que lo daba por hecho. _ Mi pregunta hubiese sido más acertada siendo una afirmación, verdad! Yo sonreí
_ Tranquilo, no voy a juzgarte por eso! Pasándose la mano por la frente emitió un gracioso sonido, yo reí. Al sentir por el altavoz al comandante como bien se presentó a sus pasajeros, informando de las horas de vuelo transcurridas, pensé que igual se había confundido. Mirando su antiguo reloj, Solomon lo ratificó.
_ Exacto! Ya llevamos tres horas de vuelo, enseguida pasarán con el desayuno.
¡Te sentará genial, ya verás! Yo no tengo nada de apetito. Yo lo mire algo extrañada.
_ Creo que tu terapia me está resultando súper eficaz. Si me lo explican no me lo creo!
_ Me siento enormemente complacido por haberte aliviado. En ese instante hizo presencia la azafata con los desayunos: entregándomelo continuó. _ A por ello encanto!
Aun contrariada por no acompañarme, no dudé en sonreírle . Continuará …
Deja una respuesta