Cuando decimos «padres» tod@s nos imaginamos una pareja heterosexual, un hombre y una mujer; un padre y una madre.
En cambio, decimos «madres» y vemos 2 madres, 2 mujeres siendo «madres».
Cuando decimos «todos», tod@s nos imaginamos un grupo heterogéneo de personas que puede incluir tanto mujeres como hombres.
En cambio, decimos “todas” y nos queda claro que es un grupo de mujeres exclusivamente. Con hijos e hijas ocurre exactamente igual.
Cuando hoy en día queremos ser más inclusiv@s con el lenguaje y utilizar el femenino en un grupo heterogéneo de personas, en muchas ocasiones surge la necesidad de incluir lo masculino… »
¿Estamos todas… y todos…?»
Pero al revés esta necesidad surgió hace poco, casi como una obligación y no siempre se da…
» ¿Estamos todos… y todas?»
Hace poco un profesor en una clase dijo: «Por economía de lenguaje os llamaré en masculino…» Solo había 2 hombres, más él, 3. El resto éramos mujeres… «No os ofendáis, ¡eh!» No se le ocurrió economizar en femenino. Ni siquiera por mayoría.
Toda la vida las mujeres hemos sido incluidas, englobadas en lo masculino y no ha pasado nada. Hoy en día tratamos de incluir al hombre en lo femenino y pasa de todo.
Da que pensar.
Un día en un trabajo de la uni traté de ser inclusiva en mi redacción. La profesora me penalizó con unas décimas porque no era «correcto» el uso del lenguaje. Creo que puse una arroba, es la que más me gusta. Lo de o/a me resulta fastidioso. Hay quién utiliza el neutro, pero en catalán en la mayoría de las ocasiones es femenino: «totes» – «tots». «Todes»…
Pero no deja de sentirse extraño todavía… O más bien… feminista.
O sea, incluir a la mujer, o más bien, sacarla del círculo del hombre, es feminista… ¿Entonces, inclusivo que es?
¿Feminazi? A veces, para encontrar el equilibrio en un punto medio hay que tirar hacia un extremo, pero esto también tiene sus riesgos.
SIN CONCLUSIONES.
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