Me hallaba en toda la escena del crimen con las manos ensangrentadas cuando un flashback me teletransportó a esa canción sonando de fondo “I always remember us this way”.
Por primera vez no sabía en qué año estaba y por mucho que intentará encontrar ciertas similitudes en aquello o aquellas personas que parecían estar cerca de mí, no era posible.
Algo extraño sucedía. No era capaz de distinguir nada, como si una especie de niebla topase todo cuanto quisiera ver, salvo mis manos, que seguían llenas de sangre.
Decidí que tenía que adentrarme más aún, aunque mi corazón se disparase a más de mil pulsaciones por segundo y mi garganta intentase tragar saliva sin morder ese polvo raro en el ambiente que al parecer a todos les gustaba.
¿Cómo había llegado ahí? Y ¿por qué yo estaba limpia e impoluta salvo mis manos, ¿qué estaba pasando, ¿cómo podría salir de ahí? de algo que completamente, era desconocido.
No se trataban de zombis, ni tampoco ángeles del cielo, ni de ninguna secta.
¿Acaso era todo un simple sueño de aquellos de los que no podía salir en otras ocasiones y que parecían tan reales?
Mi ansiedad aumentaba cada vez más, pero a la vez mi valentía por entender todo aquello cuanto me rodeaba.
Mi único y sólo ente, le había echado un par de ovarios al asunto, hemos de confesar. No era masoquismo, sino un estrés positivo que hacia de brújula en el mapa, mi mapa. Tras un momento de respiración profunda, vi cómo pasó todo como como si mi esencia tomase perspectiva, como un espectador más en ese circo.
Era mi propio Ego el que me susurraba de esa manera tan cálida y dulce, “Mátalo”.
Nos encontramos cara a cara y tras varias discrepancias, él, que me negaba a veces el éxito, la foto de la vida que tengo y la vida que quiero, los para qué… Tanto me negaba que sólo pude matarlo y acabar con él. El Miedo.
En ese momento en cierta manera muy apenada y sonando de nuevo “I always us remember this way” entendí todo. Había acabado con algo que sólo necesitaba autocuidado, domesticarle en un pensamiento positivo mejorando su autoestima y generando un estrés positivo.
Me habían enseñado a tratar el miedo como algo malo y negativo, pero sin él me había quedado sola deambulante sin afán de superación, libertad y crecimiento.
¿Qué podía hacer y dónde encontrarlo de nuevo? ¿Pasaría mucho tiempo sin él? Un buen día atrapada en ese mundo tenebroso, pero en armonía con mi dialogo interno, respirando profundamente, alguien a mi lado se sentó y me dijo: “Pensabas que no era inmortal. Yo tampoco puedo vivir sin ti. Me ha costado mucho entender que sin ti no soy nadie, carezco de importancia ni poder en la toma de decisiones por favor vuelve conmigo” Así durante un laxo de tiempo ambos recordábamos todo lo vivido hasta ahora. Nos dimos cuenta que ambos habíamos cambiado y aunque nada volviese a ser igual, juntos teníamos que estar y mucho amor del uno y del otro nos tendríamos que dar.
Deja una respuesta