Dobles parejas

Ana y Marcos llegaron pronto a la playa. Su plan era tostarse sin quemarse como dos rebanadas de pan en un tostador. Toalla extendida, bocadillos, agua congelada, chucherías. Marcos llevaba un libro, Ana, su móvil. A él le hubiera gustado jugar a eso de leer el mismo libro a la vez y comentarlo, como hacía con su ex. A ella le hubiera gustado ver el Gran Premio de Gran Bretaña juntos, como hacía con su ex. Y que supiera quién era Sainz, pero era lo que había.
        Al rato llegó otra pareja y decidieron instalarse a su lado. Kike y Marina tenían el mismo plan: dormir durante el día en la playa para emplear la noche en otras cosas. Y broncearse, ya que estaban. Marcos los vio llegar. La vio llegar, más concretamente, luciendo biquini amarillo y un libro en la mano. Su cuerpo estaba bien cuidado, pero a Marcos le excitó casi más lo del libro. Fantaseaba con ella cuando reparó en que Ana podría estar dándose cuenta de la jugada, y giró la cabeza a toda velocidad al lado contrario. Resultó que no, que estaba viendo dar vueltas a los coches.
        Kike, el delgaducho que iba con la del libro, también seguía la carrera en su móvil. Al rato soltó un «Buah, es que Sainz es Dios», ante el que Marina interrumpió su lectura. Dudó entre seguir leyendo o hacer caso a su pareja y al final optó por lo segundo, por lo de quererse, después de un sutil resoplido.
        —¿Cómo va la carrera, cariño?
        Kike empezó entonces a explicar las bondades y leyendas de su piloto favorito y Ana puso la oreja e hizo un escáner rápido. Concluyó que estaba un poco flaco, pero no tendría problemas en hacerle algún favor mientras veían la Fórmula 1 en el sofá. Ana pensó que Marcos podría haberla descubierto, así que giró la cabeza ciento ochenta grados lo más rápido que pudo. En realidad Marcos estaba intentando ver qué leía la chica del libro. 
        Para no hacerse ilusiones, la imaginaba leyendo la biografía de Juan Carlos I, por la pinta de pija que tenía. Pero un mejor vistazo al libro evidenció que estaba leyendo poesía: las líneas caían en verso. Siguió en su derrotismo pensando que podría estar leyendo a Defreds o alguna pseudoliteratura facilona de las de ahora, y estiraba la cabeza cada vez más para averiguarlo. 
        Con la excusa de ir a tirar un envoltorio, se acercó más, con sigilo, para tratar de ver el nombre del autor. Le podía tanto la curiosidad que al final acabó casi a la altura de los hombros de Marina, que, para más inri, estaba haciendo toples, así que, a los ojos de un tercero, Marcos había ido a verle las tetas de cerca.
        Tuvo que leer dos veces que la pija estaba leyendo a una de sus autoras favoritas: Begoña Abad. Y eso le produjo una involuntaria erección que no mejoró en modo alguno las cosas.
        Kike apartó la vista del circuito para fijarse en que un tipo desgarbado estaba mirando el cuerpo de su pareja muy de cerca y ¡oh!, además lucía un bulto en el bañador.
        —¿Pero a ti qué cojones te pasa?
        Marcos reparó en un segundo en que 1) el libro sólo estaba unos centímetros más abajo del pecho, 2) estaba haciendo toples, 3) qué bonitos pechos y 4), vaya por Dios, se le había ido la sangre al pene. Abrió los ojos mucho, mirando primero a Ana y luego a Kike, y pensaba a toda velocidad qué narices decir.

Si eliges que diga:

—Os juro que miraba qué estaba leyendo. Me flipa Begoña Abad. No os lo vais a creer, pero esto de aquí abajo ha pasado por el libro.
Ve al final A.

Si eliges que diga:

—A ver, qué venía a preguntaros si os iba lo del intercambio de parejas y me he puesto cachondo de pensarlo.
Ve al final B.

Si eliges que diga:

—Aceptémoslo. Mi pareja quiere ver la carrera y yo leer con alguien. Que si cambiamos. Esto es para apoyar el libro si quieres, guapa.
Ve al final C.

Si eliges que diga:

—Uy, perdón. Os he confundido con otra pareja. Lo siento. Y esto, pues nada, que me pone mucho mi novia y voy todo el día con la bandera puesta. ¡Te quiero, cari!
Ve al final D.

Final A:

Marina mojó el bikini. Le dijo que a ella también le ponía un tío que leyese y que se iba con él al hotel, que Kike se podía quedar ahí viendo los «cochecitos dar vueltas haciendo la croqueta con la otra».

Final B:

Kike le tiró el móvil a la cabeza e iba a liarse a golpes cuando echo un vistazo a Ana. Fantaseó con ver la carrera desnudos en el sofá mientras se hacían cosas. Y miró a Marina con cara de aceptar el trato. Los cuatro durmieron solos esa noche. Sainz ganó el Gran Premio.

Final C:

Martina le tiró arena a la cara y le llamó pervertido. Dijo que se fuera a «leer nóvelas eróticas con su puta madre». Ana acabó viendo el Gran Premio con los dos desconocidos y Marcos se quedó solo esa noche. Leyó a Begoña Abad para consolarse. Se tocó un poco.

Final D:

Ana dejó el móvil cuando escuchó «me pone mucho mi novia» y evaluó la situación. Se dijo que a la mierda la playa. Se lo llevó al hotel para «ver la carrera juntos» agarrándole la erección. Marcos fue perdiendo dureza según se alejaba de la lectora, pero Ana seguía tirando, «vamos», decía, «que nos lo perdemos».

Conclusión. Tus palabras importan. Elígelas con cuidado.

4 respuestas a “Dobles parejas”

  1. Que guay que guay que guay

    Le gusta a 2 personas

    1. Gracias, gracias, gracias 😊.

      Le gusta a 1 persona

  2. Absolutamente me puto-encanta maestro, me quito el sombrero, lo volteo, lo tiro y lo piso en un «zapateao».

    Le gusta a 2 personas

    1. Viniendo de la maestra del suspense, el humor y los exabruptos, celebro este comentario como si fuera la final de la Champions. ¡Gracias!

      Me gusta

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