Algo extraño ocurre a mi alrededor.
Me siento en sincronía
con el universo
fluyo en armonía
dejo lejos toda apatía.
Hace años sentí lo mismo.
El día en que una mariposa
posó sobre mi sombrero.
Color naranja. Hermosa.
Inmortalicé el momento.
Era una señal de la vida.
Fíjate por donde,
al tiempo me mudé
a una casa de seda.
Curioso.
Durante esos años
se estaba gestando algo en mí.
(Sí. Esos años fui un capullo.)
Titulé aquella época
«Crisálida de Seda».
Crisálida. Crisis.
Momento decisivo.
Vivir o morir.
Así fue.
Quien estuvo a mi lado
lo sabe, lo vivió,
lo sintió.
A quien me ayudó…
agradecimiento eterno.
La metamorfosis
no ocurre sin incertidumbre.
Así me enfrenté al mundo:
desnudo, sin armas
mas sí con mi alma.
Deshice nudos,
alcancé la calma.
Salí de la crisálida.
Regresé a mi nueva realidad,
renovado, enérgico,
con una visión clara.
Suerte la mía.
Caminando tranquilamente
otra vez se posó
una bella mariposa
sobre mi pulsera.
Indomable.
Ahí entendí todo.
La inmensa inflexión,
la gran reflexión,
la pérdida de indecisión,
la merma del error.
Suerte la mía.
Percibo sincronías,
sintonías inaudibles
para la mayoría
así es mi día a día.
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