La danza de los espejos

¿Qué sabes tú del bien y el mal?
¿Qué sabes de luces y sombras?
¿Qué sabes del amor y el odio,
del arriba y del abajo, del adentro y del afuera?

Aplaudes o abucheas
como simple espectador
en tu propio escenario.
Eliges bien al público
de tu propio espectáculo:
los que asienten y acomodan tus prejuicios,
los que comparten, y así no juzgan, tus vicios,
o aquellos que, falsamente,
te reafirman en tus mentiras.

¿Quién eres tú para decir
cuál es el color correcto, el bueno, el decente?
¿Quién eres tú para decidir
quién debe amar a quien o cómo,
cuando un beso te ofende?
¿Quién eres tú para discernir
quien debe salvar la vida
y quién es justo dejar morir?

Ya cierra los ojos y dime:
¿Ves el color de su piel en su voz,
en su risa?
Escucha con el corazón y dime:
¿Es el idioma del odio el que oyes
en su lengua?

¿Quién eras antes? ¡Dime quién eras!
Antes que el miedo golpease
con fuerza a tu inocencia
y esta se escondiera
tras un muro empapelado de mentiras
y de verdades a medias.
Antes que cercasen tu curiosidad
con el alambre de espinas de sus miedos.
Antes que alguien abuchease tu escena
gritando que no valías para ello,
que jamás llegarías lejos.

Siempre podrás mirar para otro lado,
pero esta, amigo mío,
es la danza de los espejos.

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