Hay que pasar la aspiradora a la vida.
Y así, con ese pensamiento y enchufando el maldito aparato, acabé aspirando hasta al gato.
Yo quería aspirar para limpiar.
Aspiré el piso pero faltaba algo. Así que aspiré el techo. Pero faltaba más. Así que aspiré el aire. Pero no acababa de verlo claro.
Abrí facebook y aspiré a todos esos conocidos que ya desconozco.
Abrí el armario y aspiré los por si acaso que una vez guardé.
Abrí cajones y aspiré ilusiones guardadas bajo llave que jamás cumplí.
Aspiré las pocas ganas de hacer nada, las muchas ganas de hacerlo todo.
Aspiré malos pensamientos, cachivaches inservibles y gente de la que solo guardo desilusiones.
Aspiré los malos ratos, los recuerdos que de mi memoria quería borrar.
Aspiré los lunes y los martes.
Aspiré el reloj para nunca más llegar tarde.
Aspiré hasta dejar espacio. Un lugar en blanco. Un vacío intacto.
Aspiré para ver si aspirando me iba inspirando.
Aspiré, aspiré y aspiré. Y me cansé. Demasiada mierda que aspirar.
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