Estimada persona que se está tomando unos minutos para leer esta carta.

Hace poco descubrí la palabra «maniqueísmo». Algo así como mirar el mundo en términos absolutos, en blanco y negro, sí o no, bueno o malo. La gama de grises a la mierda. En realidad, la palabra tiene mucha más historia y sustancia pero, como suele suceder, yo me quedé con lo que me llamó la atención.

El hecho es que me hizo acordarme de una frase que escuché en algún lado, y que está instalada en nuestro imaginario: «no te puedes morir solo un poco, te mueres o no te mueres». Y… Joder.

Yo he vuelto a morirme un poco esta mañana.

Vuelvo a morir un poco cada vez que me tengo que levantar para irme a trabajar. Vuelvo a morir un poco cada vez que veo las noticias. Cada vez que oigo según qué conversaciones de bar. Cada vez que la gente no ve gente, sino enemigos.

Pero oye, si se puede morir un poco, se puede vivir un mucho, y nacer otro poquito. Nazco un poco cada día, cada vez que escribo, cada vez que desayuno, cada vez que beso.

Debe ser el equilibrio que dicen que gobierna la vida. El justo medio. El problema de las mitades es que se toman de forma maniquea. Y cuando llegas a la mitad piensas que has llegado hasta el final.

No sé.

Lo que sé es que hoy he vuelto a morirme, he vuelto a escribir y he vuelto a nacer.

Sin otro particular, te deseo un feliz día.