Llegada a este estado, donde no sé qué es
lo que padezco ni qué son esos pájaros
que diluvian dentro de mi corazón,
permanezco sentada escuchando la ternura
de un desierto que ha sido resucitado por la primavera.
Y cojo tus palabras, esas palabras tuyas,
porque son tuyas, y las sello sobre mi alma.
(Es tanto lo que ahora descansa sobre mí…)
Y siento que ha habido otros mares donde
mis pájaros lloraban por perder el rastro de la aurora,
pero quizás esa aurora no era para ellos.
Eres tú quien ha inundado
todos los paisajes de la roca dura.
La tierra, mi espíritu, mis valles eternos,
la raíz profunda de mi vientre,
y el oleaje de mis dormidos párpados.
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