La carta: segunda parte

De vuelta a casa me envolví en mi cúpula pensando en los prisioneros de Auchwitz, en su sufrimiento; pensaba en Samai, en su esposa Suri, en la carta …

Propio en mi comenzaron a brotarme las lagrimas, dando así comienzo a mi lucha interna. 

_ Nadie te obliga a esto, podrías escribir tantas otras cosas!

_ Aunque se lo paso mal, es esto lo que quiero hacer 

_ Animo, tienes mucho que hacer, María!  

 Ahora pensaba en no encontrarme a nadie para aprovechar mi tiempo al máximo; por suerte así fue. Tras ducharme y prepararme algo de comer, me puse manos a la obra con todo lo que tenía; debí estar bastantes horas sumida pues di una cabezada, el ruido del libro al caer al suelo me despertó de un sobresalto. Al agacharme y recogerlo vi algo inusual que sobresalía de la tapa, bastante intrigada y algo nerviosa por mis propias especulaciones decidí coger el abre cartas; con sumo cuidado comencé la operación, al concluir tan meticulosa labor liberé mi tensión con un suspiro. Ahora me quedaba otro paso, intentar sacar lo que se dejó ver causándole el mínimo daño; con las pinzas de depilación ya en mano, volví a templar mis nervios. Cuando mis ojos vislumbraron por completo aquel sobre, el corazón me dio un vuelco _ Será esto posible? Seguidamente busqué información por si el autor o la editorial habían creado algo especial para sus lectores; tras largo rato de navegación sin obtener ningún tipo de evidencia, decidí concluir la búsqueda. Sin tan siquiera pestañear observaba mi hallazgo, dudando si continuar por el miedo a poder estropear algo que intuía demasiado bello. Tras un rato diría que de meditación y ver por fin claro, que dejar aquello así no tenía ningún sentido, continué con la delicada labor; decir que de delicada tengo bien poco, por eso mi miedo a continuar. _ No hay prisa, tómatelo con calma. Como si la vida te fuese en ello! 

Centrándome al ciento por cien en eso, abrí el sobre con especial cuidado, no quería que la prisa me llevase a cometer un irreparable error. _ ya está! Tras dar libertad a su contenido, sentí como aquel escalofrío recorría todo mi cuerpo.    _ No me cabe duda de que esto contiene algo hermoso. Mas interesada y animada, cogí de nuevo las pinzas; ya tenía extendida por completo la vieja hoja. Nada mas leer esas primeras líneas y ver el nombre que se citaba, mi corazón se aceleró sobremanera; aunque me sentí invasora quise terminar de leerla para cerciorarme si quien yo pensaba era a quien iba dirigida. Conforme leía veía mas claro que así era, pero fue la firma de quien la escribió quien me dio total certeza; por supuesto tenía bien claro que iba hacer esa siguiente mañana, todo lo claro como de que no pegaría ojo en toda la noche.  

        Había llamado varias veces a la puerta, sabía que aun no había salido a su habitual paseo matutino; tenía los nervios a flor de piel.

La empatía que se creó entre el señor Robert y yo dio paso a una entrañable amistad, cogiendo por costumbre vernos los sábados.  

    Al oír su voz me quedé algo mas tranquila, estaba en casa y lo mas importante, estaba bien; solté un suspiro para liberar tensión.                  _ Menuda sorpresa! Has acabado ya ese trabajo pendiente que te ocupaba también nuestro rato de paseo de los sábados?  

_ Si, algo así! Siento mucho no haber respetado ese tiempo, creo que cometí un error. Sabes que disfruto mucho de tu compañía, me encanta escucharte cuando me explicas tus vivencias. Precisamente es eso lo que me ha traído aquí esta mañana. 

Me conocía tanto que enseguida me invitó a pasar  _ Bien preciosa, cuéntame eso que tanto te aflige! 

Yo solté un suspiro. 

Ya nos habíamos acomodado en el salón; tras intercambiar unas palabras y no queriendo alargar mas la situación, le mostré el libro. Su mano temblorosa intentando cogerlo me produjo un nudo en la garganta.    _ Es … es el que yo le regalé? Yo le asentí, conocía la historia. La expresión de su cara y el matiz de sus ojos grisáceos, hicieron que me brotasen las lagrimas. 

_ Pero, como … donde! Serenándole en lo que pude, preparé un par de infusiones; de nuevo junto a el retomamos la conversación. El tenía conocimiento de mi proyecto, a si es que le expliqué como y donde lo encontré. Se que el lo dio por perdido el mismo día que supo se la llevaron al campo de exterminio de Auchwitz, en el que poco después la ejecutaron como a tantas otras enfermeras de los hospitales de avanzada. Fue ahí donde se conocieron, creando una bella historia de amor inagotable a pesar de los contratiempos; el tuvo que regresar al frente, ella continuó con su labor hasta aquel fatídico día. 

Mientras le explicaba iba pasando las páginas con extrema delicadeza, como si con ello acariciase a Darlene: Yo lo observaba con especial interés, me estaba mostrando sin necesidad de palabras el inmenso amor que aun procesaba por ella. No quería interrumpirle pero veía la necesidad de ponerle en conocimiento de todo _ Discúlpame Robert, pero aun hay algo mas! Por unos segundos continuó con lo mismo, luego me ofreció su cristalina mirada. 

_ Pensé lo habían quemado como hicieron con casi todos! Arrodillándome junto a el, cogí sus manos _ Llegué tarde, si hubiese estado allí …   

_ Ella supo que hiciste lo imposible por reuniros el día acordado. La lagrima que resbaló por su mejilla calló en mi mano; seguidamente le ofrecí la carta. 

Tras disculparme por la intromisión explicándole el porqué, lo besé suavemente en la mejilla. Viendo oportuno dejarlo en la intimidad, me salí al descansillo de la casa. Mientras esperaba me abordaron un cúmulo de sentimientos y preguntas; el ruido de la puerta me hizo regresar. Continuará …

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