La carta

(Primera parte) Junio de 2020: Viernes …

Me estaba preparando para salir a correr un poco, como solia cada mañana; unos cuarenta y cinco minutos hasta la biblioteca, 

mi meta. 

_ Ya hace seis meses que llegué a este encantador pueblo. 

Parece que fue ayer mismo! 

Bueno, ya estoy lista. Vamos allá! 

A esa hora de la mañana solía encontrarme a los mismos vecinos de nuestra pequeña urbanización; la señora Helen con su collie Lassie. Enseguida supe porqué de su nombre; aunque ese primer día no dudó en explicarme ligeramente, pues le dije tenía prisa. 

_ Respetó mi tiempo, encantadora!   

El señor Robert, quien también echa su paseo matutino por la urbanización. Al cruzarnos me da los buenos días quitándose el sombrero _ Todo un señor! Yo siempre le correspondo con una sonrisa y un muy buen día, gentil caballero! Me explicó que dicho sombrero en uno de sus conciertos se lo tiró a sus manos el mismísimo Frank Sinatra. Desde entonces forma parte de su indumentaria; queriéndomelo ratificar por si me quedaba dudas, me enseñó la firma en su interior. Le dije que podía sentirse bien orgulloso, que era un privilegiado; el lo afirmó.

Pool y Keit, linda pareja! Justo me los encuentro saliendo de casa, listos para subir a su coche. Son los dueños de la tienda de alimentación ubicada en el centro del pueblo.

Y por último Tom, el jardinero; a sus cincuenta años, lleva mas de veinte de experiencia. La verdad es que se nota, lo deja todo precioso e impecable. Cuando le viene de gusto me ofrece una rosa, siempre le agradezco el bonito detalle. 

    Ya me faltaba poco para concluir mi ruta. Desde el primer día que puse los pies en la peculiar biblioteca, Brenda dueña de esta, me trató como si me conociese de toda la vida; conectamos enseguida. Seguro andaba preparándome el desayuno; allí mismo junto a la cristalera dedicó el rincón para ese menester. Le dije tuvo una genial  idea, la verdad es que tiene muy buena acogida. 

Al entrar sonó la campanita de la puerta, me hacía tanta gracia!    _Buenos días Brenda! 

_ Justo a tiempo! No lo dejes enfriar! Yo la miré esperando su respuesta, ella puso carita.                                      _ Enseguida estoy contigo, mira ves! 

Con bandeja en mano se sentó conmigo; mientras desayunábamos charlamos amenamente, trabajo, vecindad y pensamientos en común nos ocupó ese ameno rato, dejando este último en el tintero; sonriendome… 

_ Creo que no estaría mal retomar el tema! 

_ Justo lo que pensaba. Guiñándole le sugerí _ Que te parece si quedamos mañana noche para cenar? Ella aceptó sin vacilar. 

Después de acordar dicha cita, cada una nos dispusimos a lo nuestro; ya iba creándose movimiento en el familiar espacio. Tal como venía haciendo días anteriores, seguí recopilando información para escribir un relato basado en algún episodio ocurrido durante la segunda guerra mundial. Tema que aviva sobremanera mis sentimientos y atrae de forma que incluso yo no comprendo del todo, preguntándome a mi misma.; como algo que repulso por su crueldad me intereso en verlo, llegándome a identificar con alguno de los protagonistas que luchan, sufren y fingen amar por sobrevivir?  

Hubieron tantas historias en esos … como definirlo; esos cruentos, dolorosos, tristes e interminables años, que sentí la necesidad de dejar volar mi imaginación para explicar algo bello dentro de aquel profuso horror. 

Acabada de introducir toda la informacion en mi pendrive quise buscar  algo mas en los libros impresos; esos por los que siento tanta debilidad. _ Ahora toca a la vieja usanza! 

Siempre que pasaba junto a ellos inspiraba profundamente. _ Que maravilla! Enseguida cogí uno. Prosiguiendo con el meticuloso paseo continué susurando los títulos, cuando mencioné ese siguiente mis pulsaciones se aceleraron bastaste, sintiendo que era ese el que debía coger. 

 _  Auchwitz. Mi desgastado lápiz.! Su prólogo me emocionó. 

Mi mente visualizaba al prisionero 336, Samai; aun sabiendo que pagaría con la muerte su acto y con la propia incertidumbre de si llegaría a sus manos, escribía una carta a su esposa Suri,  prisionera allí también. 

Dispuesta con los libros, me despedí de Brenda con lo acordado; ahora tenía mucho que hacer.

Continuará.

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