Sonido de castañuelas

No me queda, mi amor,
nada que exprese
la angustia blanca
de mis horas rotas.
Ya no tengo relojes ni otras jaulas.

Tú me has dado tambores y amapolas.


(Vanesa Pérez Sauquillo)

¡Cat-raca-tac-pat-cat-raaaaa-ca-tac!
[Sonido de castañuelas].

¿Qué viene después de las bodas de oro?

Una silla de ruedas recorriendo el parque
sin camino prefijado
y una canción saliendo del aparato de radio
que cuelga del manillar, balanceándose y
lanzando notas de una melodía difusa y pendular

un SOL aquí

                                                un MI por allá:


«Las lavanderas del Manzanares
llenan los campos con sus canciones
sus pañuelos son como palomas
grandes igual que sus corazones».

Ella no recuerda su propio nombre
ni sabe quién es el señor que hace rodar la silla,
pero sí consigue acompañar el ritmo de los sonidos de la radio
con los golpes firmes de sus castañuelas,
sonoros y tiernos como los pájaros que se bañan en la fuente,
serenos y rítmicos como el fluir del río que aun sobrevive en el corazón de [Madrid,
tristes como un desahucio.

Cruzamos los caminos y las miradas, después
se alejan entre árboles distraídos que tararean sus propias canciones
como quien espera algo, o a alguien.

¿Qué viene después de las bodas de oro?

¡Cat-raca-tac-pat-cat-raaaaa-ca-tac!
[Sonido de castañuelas].

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