El regalo

Mes de Julio de 1950: Mansión Orleans …

Había terminado mi jornada de trabajo, me disponía a marcharme a casa; hasta ella a pie, tenía un largo camino. Nada mas abrir  la puerta comencé a sentir aquella melodía; cerrando suavemente  me encamine hacia donde procedía. Pegando mi oreja a la puerta de la sala, me quedé escuchando mientras observaba que no me pillasen infragante ninguno de los residentes.; justo hoy, me advirtieron no entrase. 

   Ya hacía unos minutos que escuchaba aquella bonita pieza, no lograba reconocerla pero a mis pies poco parecía importarles pues se habían puesto en movimiento desde que mis oídos captaron toda percepción.

Aunque seguía con mi oreja pegada a la puerta disfrutando de la música, pensaba que debía irme pues se me haría tarde, tenía cosas que hacer en casa. Justo moví mis pies para hacer lo que pensaba cuando aquel reloj de pie cercano a mi, tocó el segundo cuarto de las once de la mañana; mi sobresalto fue tal que sin quererlo di ese preciso empujoncito para que se abriese la puerta.

Ahora escuchaba la música mucho mas definida, mas clara, mas hermosa. Mi curiosidad y excitación era tan abrumadora que me parecía sentir mi propio latido. Todo lo sigilosa que podía ser por el estado que procesaba, me asomé cuidadosamente enfocando mi ojo izquierdo por toda la estancia; esa primera ojeada me mostró a un nivel algo mas alto un pequeño escenario con varios instrumentos musicales, y a pie de este algunas mesas con sus sillas. La sensación que me dio fue la misma del club que solía ir los viernes por la noche, donde veía cantar y tocar a ese grupo de magníficos músicos y voces negras; me encantaban!    

Siguiendo mi peculiar rastreo y a pesar de la advertencia que bien podría costarme el empleo, entre cerrando la puerta tras de mi.

Mi corazón palpitaba descontrolado por la emoción; por casi cada paso que daba, giraba mi cabeza enfocando mis ojos a todo lo que me rodeaba. En una de esas barridas me topé con aquel precioso Gramófono, ese aparato reproductor de sonido que encontraba tan fascinante y hermoso; de echo estaba ahorrando para comprarme uno.

   Cuando salía de casa, siempre me paraba en el escaparate de la tienda del señor Jhon; siempre le hacia gracia lo embelesada que me veía al observar el reproductor de sonido. Me dijo que no se lo vendería a nadie, que ese era para mi,; además me obsequiaría con algún disco de música originaria de Nueva Orleans. Música negra: Jazz, Blues, Soul, Gospel, sabía cuanto me gustaba.  

_ Hoy por eso no lo vi, en su lugar había un precioso Violín; seguro me lo ha guardado por si alguien mas se encapricha de el. 

 _ Le dije que me lo llevaría hoy día seis de julio, sabe que es un auto regalo por mi cumpleaños; ya le tengo el sitio ideal. De nuevo pensé en mi atrevida osadía. 

_ No debería haber entrado, como me pillen! 

    Poniendo incluso mi sexto sentido al máximo de sensibilidad , me aproximé hasta el punto de poder sentirlo con mis manos; ya junto a el fruncí el ceño, me resultaba tan familiar… 

_ Juraría que es el de la tienda del señor Jhon, reconozco esta marca.

 _ No, no puede ser! De regreso a casa le preguntaré, mejor cerciorarse. Algo dolida por la inseguridad y la duda no descarté en hacerle un meticuloso reconocimiento; rodeándolo fui pasando mis manos sobre su caja a modo de caricia, al ver aquellos discos los cogí con mis manos temblorosas. 

 _ Son los que dijo me iba a regalar. Porqué entonces se tomó tantas molestias ? 

Que pretende con todo esto, reírse quizás de mi! 

 _ Claro yo soy una humilde trabajadora y ellos, ellos … 

La voz varonil me sobresaltó.

_ Buen día María! Me tomé la libertad de traer tu Gramófono aquí por petición del señor Jhon. Me dijo que ayer tarde casi a hora de cierre, recibió la visita de un distinguido caballero, el cual estaba dispuesto a pagar una gran suma de dinero por el. Después de negarse en rotundo diciéndole que ya tenía dueño, insistió en que volvería con dicha suma aumentada y con esta lista para la entrega.

_ Tras la marcha de dicho individuo, me telefoneó pidiéndome como favor dicho encargo. Yo seguía perpleja, dudé del señor Jhon precipitándome en mis conjeturas. El señorito Smith me guiñó. 

 _ Accedí gustosamente, por que hoy es justo el día en que debe pasar a manos de su dueña. Si no me equivoco es seis de julio, verdad! 

Mi nerviosismo tan solo me dejó asentir con un ligero movimiento de cabeza _ Entonces todo va perfecto! La confabulación que preparé junto con el señor Jhon ha dado el resultado esperado. Abrí mi boca para disculparme y explicarle que no estuve nada correcta para con el asunto, cuando me puso su dedo en los labios para acallarme. 

_ No pasa nada, tranquila. Sabia entrarias! De nuevo me guiñó. 

Todavía falta un detalle para que nuestra sorpresa se culmine como bien mereces. Mientras hablábamos,  cambió el disco; enseguida dio paso a esa bonita canción que tantas veces bailé con el señor Jhon en su tienda “ La vie en rose” cantada por el magnifico Louis Armstrong. Mi excitación seguía en aumento; el me ofreció su mano. 

_ Aceptas María! Sería un gran honor para mi! Noté me ruboricé. Temblorosa acepté; mientras bailábamos comprendió la copiosa mirada de matices que le ofrecí, yo también comprendí la suya …

   A quien no le ha pasado alguna vez?  En ocasiones malinterpretamos lo que vemos o escuchamos, sacando conclusiones precipitadas. 

    Como se suele decir; las cosas no siempre son lo que parecen. 

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