No soy un número

Mirando por la ventana cautelosa tras la cortina, vi como se la llevaban al igual que a otros tantos de la vecindad días anteriores. Me preguntaba que estaba pasando, quienes eran aquellos extraños que no mostraban su rostro. El miedo se apoderó de mi…
Después de varias horas clausurada en mi habitación decidí salir, aun con miedo inspeccioné toda la casa. Tan solo me faltaba una de las salas; al abrir la puerta una extraña sensación se apoderó de mi, pero seguí adelante como sabiendo donde iba y que hacía allí.
Cinco días después del suceso…
De nuevo en esa sala tan fría; tan solo la adornaba una cama, una simple repisa, un espejo y una pequeña ventana por la cual se filtraba la justa luz natural para no estar en total oscuridad.
Este era mi quinto encuentro con la paciente que me asignaron; Esmeralda, decidí llamarla así por el color de sus ojos, me negué en rotundo hacerlo por el número que le habían asignado. La voz distorsionada se comunicó conmigo.
—Recuerda! Solo dispones de treinta minutos. Mirando hacia el pequeño altavoz ubicado en el techo, contesté algo tensa.
—Lo se! No has dejado de recordármelo desde el primer día ! El leve chasquido me alivió, ya estábamos solas.
Cogiendo su mano suavemente como solía al contacto con estas como siempre, me resultó agradable; luego centrándome
en su mirada perdida, seguía pensando que había algo muy familiar en ella. Apartándole el mechón blanco que cubría uno de sus ojos, comencé a explicarle lo que había hecho esa mañana. Buscaba un pequeño gesto de su rostro, algún pequeño movimiento de sus manos, algo; pero no logré nada, pensaba en ese quinto fracaso.
—Quizás en el próximo consiga algo. He de lograrlo, el séptimo día es el último!
La voz distorsionada dio por finalizado el encuentro.
—Mañana volveré sin falta, conseguiré sacarte de aquí! Besando suavemente su frente me encaminé hacia la salida.
Me alejaba con un gran vacío, con pesadumbre, con los ojos humedecidos y un nudo en la garganta; al cruzar la puerta toda angustia se desvaneció. Seguí con mis tareas, llegada la noche me acosté.
El despertador sonaba incesante, parándolo me dirigí hacia el aseo; ya vestida y arreglada salí de la habitación traspasando el salón. Decidida abrí como solía la peculiar puerta; allí seguía ella, mirando no se el qué…
—Ya estoy aquí, otro nuevo día! De nuevo la voz distorsionada se comunicó.
—Pierdes el tiempo. Ella como tantos otros que pasan por aquí dejan de luchar, se abandonan, dejan de creer en ellos. Fracasarás!
Mi mirada estaba cargada de ira, pero al escuchar el chasquido se serenó. Volviéndome a centrar en la mirada perdida de Esmeralda presté toda mi atención en la trayectoria de su mirada, girando la cabeza hacia donde mi parecer miraba.
—Pero como he podido estar tan ciega! Mira hacia el espejo, si al espejo!
Acercándola con cuidado hacia el, la coloqué justo enfrente, fue entonces cuando alzó su envejecida mano indicando con su dedo hacía el espejo; al mirar hacia el un escalofrío recorrió todo mi cuerpo pues me vi sentada en aquella silla; agarrando mi mano con dulzura comenzó a hablarme, la mía temblaba…
—Tu eres dueña de ti, nadie más. Tu eres quien debes tomar las decisiones por ti sean o no las correctas, eso te hará crecer como persona. Tu puedes llegar donde quieras, solo tienes que creer en ti, quererte como eres; cada uno es único y especial. Cree en ti!
Cuando volví a mirar hacia el espejo por un brevísimo instante fui el reflejo de Esmeralda, el cual desapareció por completo. Algo confusa, pero segura de lo que hacía me levanté de la silla; pegada casi al espejo hablé.
—Solo necesitaba desprenderme de la venda que me impedía ver con claridad, que puedo llegar hasta donde me proponga. Que soy única y especial como los que están ahí fuera, como los que siguen aquí; ellos también lograrán verlo. Yo soy capacidad, valor, amor, entereza, sentimiento, positividad, alegría; en ocasiones también soy la cara opuesta a estos y otros muchos valores y sentimientos, no no soy perfecta. Quien lo es? Pero ratifico y te aseguro que no soy, no somos un número por mucho que queráis hacérnoslo ver.
Mostrando una gran sonrisa traspasé aquella puerta. Tras de mi se mostraba una puesta en escena variada; transeúntes intercambiando saludos, chiquillos correteando sin dejar de reír, un músico callejero ofreciendo su tema con gran entusiasmo, y yo .. Yo sonriendo mientras gritaba a pleno pulmón al ver aquel hermoso atardecer
—Gracias por este espléndido nuevo día!!

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