La irrupción de internet en nuestras vidas nos hizo pensar que el acceso a tantísima información nos haría más libres, más inteligentes, más capaces a la hora de decidir.

Han pasado ya más de 26 años desde que yo me conecté por primera vez a internet bajo el sonido chirriante de un módem de 56K y desde luego que aquella ilusión se ha convertido en una gran patraña que ha revelado lo imbéciles que somos y el mal uso que hacemos del poder que se nos otorga.
Wikileaks nos enseñó cómo nos controlaba el gobierno y asistimos impávidos a la destrucción de Julian Assange.
Hoy en día hay más de 65 conflictos armados en curso en el globo y sólo nos afligimos por Ucrania y somos tan gilipollas y egocentristas que les regalamos mensajitos de apoyo en forma de hashtags y hasta les regalamos victorias en festivales absurdos.
Zappeando un poco hoy he visto cómo ya algunos hablan de aislamiento y vacuna para una nueva enfermedad, ahora es la viruela del mono, mañana será el sarampión del rinoceronte indio.
Sin sacudirme la perplejidad por cómo desde los poderes públicos se fomenta la alarma gratuita y la alienación, heme aquí que acto seguido sale una noticia de una app que sirve para “contratar amigos”.
No doy crédito, sale un individuo que se dice usuario de tal aplicación cantando sus virtudes y pone el ejemplo de que si te apetece ir al cine y no tienes con quién, pues te metes en la app y por 15€ tienes un “amigo” por un par de horas.
Esta pandemia que nos hemos soplado, ha sido prolija en gilipolleces varias. Todavía recuerdo un croquis que aparecía en prensa de cómo nos teníamos que ubicar en la cena de noche buena como hito máximo de la imbecilidad institucionalizada, a la par que me imagino a una familia tipo con una cinta métrica cumpliendo escrupulosamente las medidas del plano para no infringir las normas de seguridad.
Como decía, la pandemia nos ha curado ya de espantos y podemos asistir a cualquier esperpento sin alterarnos lo más mínimo pero yo sigo alucinando cuando veo estas cosas. Me persigue la sensación eterna de que estoy dentro de un gag de cualquier humorista porque me cuesta mucho creer que seamos tan pánfilos.
No quiero ir de listillo por la vida, ni quiero creer que sea el típico cincuentón que critica cualquier novedad diciendo que su época fue mejor, pero no me jodan: Si no tengo con quien ir al cine, o voy solo o me quedo en mi casa, no voy a gastar encima 15€ suplementarios en que me traigan a un amigo de pago.
Y estos que usan estas app eran adultos: Imaginaos con niños.
Me voy inmediatamente a tirar a la basura los móviles de mis hijos y a preguntarles si sus amigos son de pago o no.
Deja una respuesta