Siento que se me caen
los cabellos.
Que me pesa
el pecho.
¡Cosedme los párpados!
Porque no veo otra forma
de impedir que estalle
esta tormenta de sangre
que llevo sobre los ojos.
No encuentra palabras
mi locura, en esta hora
maldita, para expresar
el dolor de este zarpazo
en mi granada, sustituta
del corazón.
No quiero sentir la tierra
por encima de mí, sin
haber ardido en tu
llama de romero azul.
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