Por las veces que he mirado tu cuerpo con desprecio o envidia, creyendo que con el mío iba a conseguir algo más que tú. Prometo jamás volver a dejar que nadie lo use más como un objeto, ni siquiera yo.
Prometo también decir “NO” todas las veces que sean necesarias.
Perdón por las altas expectativas puestas en ti, en mí, por las exigencias introyectadas de una cultura que ya no aceptamos más. Di tú también “no” a esos que creen saber tus obligaciones como mujer.
Prometo no hacer más lo que se espera de mí y te apoyaré, amiga, si haces lo que nadie espera.
Perdón por juzgarme duramente por no ser perfecta, y compararnos, dejándonos siempre mal a las dos. Prometo jugar siempre contigo, jamás contra ti, en esta partida que, no dudes, vamos a ganar.
Y gracias, amiga…
Por tu entrega y empatía cuando me escuchas, cuando me acoges, cuando me dices palabras de aliento.
Por hablarme con dulzura aunque se te acabe la paciencia con mis preocupaciones infinitas.
Por brindarme tu hombro y tu mano en los peores y mejores momentos.
Tu lucha, tu fuerza y tu amor mueven el mundo.
Querámonos libres, luchemos unidas, dejémonos ver.
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