De como la escritura se volvió testaruda y tomando vida propia, tremenda bofetada a Ed Walrus le endosó

Ray Bradbury escribió un relato en el que se hablaba sobre el efecto que las melodías pegadizas tienen en la mente. Sí, esas que llegas a tararear incesantemente incluso aborreciéndolas. En el susodicho relato, el protagonista llegaba a componer una melodía tan perfecta, que quedó atrapado mentalmente en una reproducción infinita de la sucesión de sonidos y silencios que había conseguido componer para su eterno deleite.

Hace una semana escribí lo que me pareció el relato más intenso, sincero y bello que había escrito jamás y desde entonces estoy completamente bloqueado porque casi no le veo sentido a publicar.

He reflexionado mucho sobre la finalidad de la escritura y la publicación de la misma y tengo claro que la exploración de una idea a través de su condensación en un texto es un mecanismo único que lleva esa idea a otro nivel; a niveles incluso fuera de nuestro alcance como individuos pensantes.

El “ente escribiente” es una forma superior de inteligencia, no me cabe ninguna duda. Sólo en el viaje que se emprende al escribir se puede cabalgar a lomos de la locura sin enloquecer, o sufrir el “delirium tremens” sin ser alcohólico.

La escritura abre vías que desconoces al comenzar un texto. Al escribir te calzas los zapatos del viajero, haces de Tenorio con tu particular Doña Inés, te ajustas los guantes del ciclista o te abrochas bien el cinturón, antes de saltar al vacío en un parapente.

Sí, la escritura te da todo eso pero: ¿para qué publicar?.

No paro de pensar que publicar es un acto vanidoso.

¿Qué quieres mostrar?

¿Hasta dónde te atreverías a ser sincero?

¿Qué miedo oculto nunca revelarías?

¿Qué secreto insondable jamás sacarías a la luz?

Quizás publicar no sea un acto vanidoso.

Quizás publicar sea la única forma de mostrar nuestro retrato deforme y sucio mientras el elegante Dorian Gray se sigue pavoneando por ahí mostrando sus creaciones.

Os aseguro que no había pensado nada de esto cuando escribí la primera línea.

He comenzado escribiendo estas líneas para despedirme del reto y creo que voy a continuar una semana más.

Es testaruda la escritura, no cabe duda.

2 respuestas a “De como la escritura se volvió testaruda y tomando vida propia, tremenda bofetada a Ed Walrus le endosó”

  1. Espero que no sean las últimas semanas. Gracias por la reflexión y por sumarte a la iniciativa de esta semana. ¡Abrazo!

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  2. Eres muy grande Ed, me vas a quitar un momentazo semanal como dejes de escribir…

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