Mamá, aprovecho esta bonita oportunidad para decirte que te quiero, mucho, y que valoro enormemente todo lo que has luchado y sigues luchando. Por nuestra familia. Por nosotras.
Gracias por confiar, por creer que todo saldría bien y por ser tan valiente. Saliste adelante con una hija y tus 18 años.
Esta actitud tuya de lucha, valentía y perseverancia me han inspirado a lo largo de todos estos años. Porque lo hiciste bien, lo mejor que pudiste, y teniendo en cuenta la mochila emocional que llevabas (como llevamos todos) lo hiciste mejor que bien. Así que, por favor, no te culpes más.
Por ello y por otros muchos momentos en los que te has sobrepuesto a las circunstancias, sé que eres una persona con suficientes recursos y herramientas para seguir adelante y vivir una vida plena, esa vida que tú quieres, llegando hasta donde te propongas. Solo te falta descubrirlo. Descubrirte, mejor dicho, y empoderarte al ser consciente de lo que tienes para ofrecérselo también al mundo. Es un ejercicio que, por mucho que te digamos los demás, sé por propia experiencia que hay que hacer una misma. Merecerá la pena.
Por último… decirte que me gustaría tener una relación que nos haga más felices a las dos. Creo que es más que posible, aunque por supuesto yo también tengo muchas cosas que sanar, ya lo sabes, ¡estoy trabajando en ello! Siempre vas a poder contar conmigo.
En definitiva, GRACIAS por todo lo que has hecho y haces por mi. Gracias por tu amor, tu apoyo y generosidad. Gracias por reflejar mis inseguridades y miedos para que puedas verlos. Gracias por ser mi madre.
Mi suerte es poder escribirte esto un día como hoy, después de tantos años de silencio. El trabajo y las lágrimas han merecido la pena.
Un abrazo enorme de tu hija.
Deja una respuesta