Extirparon de mi el dolor
y nada siento ahora.
Me lo arrancaron a lo vivo,
sin anestesia, y el dolor
de toda una vida dolió
en un sólo instante.
Fue justo antes
que mi corazón se hiciera piedra
y mis manos tierra.
Mientras tragaba mi lengua,
lava que ardiendo intensa
fundió mis huesos
y quemó mi piel desde dentro.
Una sola imagen en mis ojos:
pasado, presente y futuro,
inmóvil, inerte, eterna.
Como pájaros sin plumaje
tratando de volar
anegados de nada y oscuridad.
Escarbé mi pecho con las uñas
buscando, profundo, una razón.
No hay razón alguna.
El dolor se la llevó a la cuna
de la locura de los hombres,
al lecho de muerte
de la divinidad negada.
Ya no duele nada.
Ya no.
Duele.
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