Vengo con todo, mis credenciales por delante, años dándole, remando, a veces sin agua, a veces sin barca, a veces, incluso, sin remos.
Con mis descréditos, mis borrones, mis errores, mis devaneos, mis ausencias y mis miedos, pero también con mis aciertos, mis seguridades, mis dale, dale, que les harás bailar, mis medallas (aunque no me las cuelgo, algunas me dieron), mis éxitos, (de andar por casa y un poco por el pueblo), en mi ser el éxito es mirarme en la naturaleza y reconocernos, vamos bien, nos seguimos expandiendo.
Vengo también con los ánimos prestados, los aplausos, los oídos y los ojos, la entrega, la sonrisa y el abrazo, el agradecimiento y la conexión que me une a esa cadena humana, al engranaje que si bien no le da sentido a la vida, sí que se lo busca y que en mi hace la forma de hogar donde se sostiene el fuego.
Ese hálito que busca vela y en mi la encuentra, me arrastra, me lleva de paseo y me deja cerca de las nubes, desde donde a veces lluevo, o incluso trueno y otras me evaporo con un rayo o me quedo en ellas, meciéndome hasta que nos disolvemos.
De momento, cincel y escoplo. Al compás del restallido voy apurando capas, desvelando misterios, acordando puertos, engañando al tedio.
Cada vez hay más y queda menos.
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