El miedo me aborda de tantas formas diferentes…
El miedo que me causa mi propia imaginación cuando estoy sola y escucho algún ruido, que a mi parecer resulta algo extraño.
Miedo cuando me dirijo al trabajo en la oscuridad de aún la madrugada.
Mi miedo y angustia a los espacios reducidos. A la tormenta, sí.
Miedo a la muerte; a la pérdida de personas queridas.
Mi miedo al futuro incierto; han pasado tantas cosas en tan poco tiempo…
Mi miedo por decirlo de alguna manera, de no estar ejerciendo bien mi papel de madre, pues a veces pienso, que quizás en los anteriores veinte años no hice lo suficiente, que aún no estoy haciendo lo suficiente o que lo que hago no es lo suficientemente correcto.
Y como no, no queriéndole restar importancia por lo que me afecta; ese miedo a hacer cosas que me gustarían, pero que el miedo al ridículo me lo impide y paraliza, convirtiéndome en simple objeto al que miran sin ningún tipo de interés.
Es por ese preciso motivo el haber dado ese pequeño pero gran paso para mí, de cruzar esa línea o barrera que tanto me aterra.
Deciros que el eficaz empujoncito de dos queridísimas personas, mi hermano y mi hijo, ha sido trascendental para ese decisivo paso.
¿Miedo al ridículo? Supongo que aún es pronto y que posiblemente me asalten dudas; pero algo que hasta hace muy poco era una afirmación, se ha transformado en una pregunta: creo que di un buen paso.
¿Qué opinan ustedes?

P. D.: Una soñadora con ganas de hacer sus sueños realidad y aprender sin dejar nunca de soñar…