Si resucitase Lenin asaltaría de nuevo el Kremlin, entraría furioso a impartir justicia como el ejército rojo en Berlín, la gloriosa unión fue traicionada por gente ruin, los oligarcas destruyeron décadas de progreso y se repartieron el botín, celebraron haciendo chin chin y a costa de los ideales y los derechos acabaron dándose un festín.

Putin fue la mano derecha de Yeltsin, fusionó lo peor del zarismo con lo peor de Stalin: el nacionalismo ruso ahora es el admin, Aleksandr Duguin es el nuevo Rasputín, la homofobia campa libre como en la boca de Sarah Palin y la patraña de una vida mejor con libre mercado era falsa como la version occidental de la masacre de Katyn. La estrella roja quedó solo de atrezo, de postín.

Hoy en Europa la progaganda y la manipulación es la misma que en aquella infame historieta sobre Rusia con Tintín, el mensaje es el mismo en Roma, en Madrid o Berlín: Ucrania es la buena, aunque esté plagada de nazis desde Mariupol hasta Irpín, adoradores de la esvástica y de Odín.  ¿Crímenes de guerra? Igual que los rusos, un sinfín. Zelenesky con Putin tiene más de un aspecto afín.

El relato es siempre el mismo: ciudadano sigue durmiendo sobre la Unión Europea, tú cómodo cojín, duerme tranquilo la OTAN  te protege, es tu paladín.

Basta ya, no queremos guerras ni banderas, queremos buenos sueldos, la crisis acucia y ya toca ajustarse el fajín, hay que insubordinarse, ocupar las calles, llenarlas de trajín, hace falta una revuelta, un motín

Hoy suenan notas tristes de violín, la guerra sigue y no parece tener fin, los hermanos se matan como Abel y Caín,  todo es sangre y hollín.

La amenaza nuclear ha llegado a cualquier confín, tengo miedo a que el tirano apriete el botón del maletín… todavía no pisé Chiang Mai, La Habana o Medellín, pero si todo se termina, si el cielo se tiñe de rojo y nos llega nuestro San Martín, entonces solo quiero que estés ahí, tú junto a mí.