Sangra, la herida de la rosa.
No es blanca savia sino roja.
No son rojo pasión sus pétalos
sino negro profundo de dolor,
como profundas, sus espinas,
bajo mi piel clavadas.
Sangra la rosa herida
y mis manos ensangrentadas.
Se mezclan sangre y dolor,
aroma y pasión.
Y me embriaga su negro perfume.
Y mas aprieto, en mi mano, la flor.
Y más roja mana la sangre
que tiñe la flor de pasión,
y el negro profundo
de profundo dolor,
ese, solo en mi corazón…
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