El miedo

Salí corriendo para que no me atrapara. Cuando ya creía que le había dado esquinazo me sorprendió a la vuelta de esa última esquina.
Me atrapó. Me encogió. Y me obligó a jugar sus cartas.
Yo saqué pecho y me dije: tienes que ser valiente. Se valiente.

Pero el miedo ya se había metido por debajo de mi piel.
Me envolvió y aprisionó en un sueño del que no despiertas con un pellizco. Un sueño que discurre muy lentamente. Casi eterno.

El miedo cambia de forma. Por eso no lo ves venir. Un día te saluda y le abres la puerta de par en par. Y cuando bajas la guardia… Ahí es cuando el miedo saca sus garras y sin compasión te abre en canal. O lo intenta.

Pero tus cartas tienen que ser mejores. No pierdas la partida. Grita. Saca pecho. Llora. Patalea y pide ayuda.

A todos nos deberían enseñar a pedir ayuda. A pedir abrazos. A pedir compasión y empatía. A no tener miedo al miedo porque no estamos solos en esto.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: