—Capitana, ¿me recibe?
—Alto y claro, Volkov. Informe.
—Evacuación de los Sectores 1, 2 y 3 completada. La evacuación de los Sectores del 4 al 7 marcha a buen ritmo. La evacuación del Sector 8 parece que va a llevar más tiempo del esperado.
—Tenemos visual de los objetivos que caen en el Sector 6 —la voz de Rojo 2 sonaba con estática.
—Rojo 2 y Rojo 12, Sector 6. Rojo 3, 10 y 11, patrullen el Sector 0. El resto, concéntrense en el Sector 7 —. Galina cambió la frecuencia de nuevo para hablar solo con Volkov—. El Sector 8 es prioritario. Si es necesario, ocúpate en persona de sacar a rastras al personal esencial. Su cerebro vale más que los datos y el equipamiento.
—Sí, señora —. Las voces de todos los pilotos y del teniente se mezclaron.
Por el momento, los escombros de la nave thorala que caían del cielo estaban siendo manejables por el equipo de la capitana Galina Zhou. Los pedazos más grandes eran eliminados con misiles de metralla, y los de tamaño mediano eran desintegrados con los nuevos cañones de protones.
Parte de ella, ansiaba el momento en el que aparecieran naves shamzi. Ya se había enfrentado a los Escuadrones de la Muerte del Dominio. Eran implacables, y muy resistentes a los proyectiles cinéticos que manejaban los humanos. Estaban dotados de numerosas contramedidas que hacían el uso de misiles totalmente ineficaz la mayor parte del tiempo. Pero no contaban con los cañones de protones. Si las pruebas de laboratorio eran correctas, partirían a las primeras naves en dos: los shamzi no solían molestarse en esquivar las primitivas armas humanas. La soberbia mata.
Galina Zhou había sido ascendida de teniente a capitana y había conseguido el puesto de Directora después de una misión suicida de la que regresó como única superviviente, pero triunfante. Fue una operación conjunta entre varias megacorporaciones terrestres. A las órdenes de otro capitán de otra compañía, habían asaltado una pequeña estación shamzi con la intención de obtener tecnología para poder estudiarla.
La entonces teniente sabía que su ataque había sido molesto, en el mejor de los casos. De los veintidós cazas y la fragata que atacaron, solo sobrevivió Galina, y su caza quedó totalmente averiado. Justo al iniciar el ataque, la estación destruyó la fragata y la mitad de los cazas con una sola salva de misiles y protones, por lo que los supervivientes tuvieron que retirarse al cinturón de asteroides para intentar escapar. Un Escuadrón de la Muerte shamzi les fue dando caza uno a uno.
Galina consiguió separar y atraer un caza enemigo y emboscarlo. Terminó luchando cuerpo a cuerpo con uno de esos brutales alienígenas en la superficie de un asteroide con la suficiente masa como para tener una gravedad considerable. Cuando la rescataron, Collins Stellar Corporation consiguió hacerse con un cuerpo en buen estado de un ejemplar shamzi y con un caza relativamente operativo, por no hablar de valiosos datos de telemetría de la batalla que habían quedado registrados en la caja negra del caza de Galina. Todo un éxito, a pesar del coste económico, ya que la corporación se había podido quedar con todos los beneficios de la operación. Y Collins Stellar Corporation trataba muy bien a sus mejores empleados.
Casi un año estándar después, ahí estaba la oportunidad de devolverle el golpe a los shamzi. Gracias al estudio de su tecnología y de sus materiales, ahora contaban con armas capaces de hacer verdadero daño. Galina estaba totalmente convencida, profesional y personalmente, a proteger el conocimiento que se estaba produciendo en la colonia.
—No nos durmamos en los laureles, equipo. Estamos haciendo un buen trabajo: tres sectores están totalmente evacuados.
Empezaron a sonar vítores a través de la radio. Rojo 4 le adelantó por la derecha haciendo cabriolas. La capitana Zhou era estricta, pero también sabía ser permisiva cuando las libertades no afectaban al trabajo bien hecho.
Un segundo después, Rojo 4 explotaba siendo atravesado por un caza shamzi.
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