Hay pruebas de que estamos matando al mundo.
Estamos en el corredor de la muerte.
Somos seres efímeros.
Dígame, ¿usted nos salvaría? ¿A todos?
No responda.
No queremos más almas en el purgatorio,
que no saben si hicieron bien o mal.
Mal vamos, bien pronto se olvida.
Silencio.
No quieren hablar de ello.
No llevan la cuenta de cuántos árboles han muerto.
Las hojas de los árboles cuentan una historia
con la que es terriblemente difícil no llorar.
El mundo es un pañuelo empapado de lágrimas.
Más sollozaremos cuando escasee el agua.
Calla.
Para que la gente quiera ir al campo,
hay que convertirlo en un bien escaso.
La naturalidad está muriendo con la pacha mama.
Le quitamos la vida a quien nos la da.
Perdonemos a los hijos cuando nos quieran matar.
Para dormir,
podemos culpar a aquellos que no se van a sentir culpables.
Para soñar,
tenemos que olvidar.
Me incluyo
—en el peor de los casos yo soy la asesina—,
pero hoy me ha tocado la moral,
porque han talado el árbol
bajo el que te quería besar.
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