N13 no se despertó al primer bocinazo de alarma como de costumbre. Sabía que ese día no era una emergencia de las corrientes, como un “tenemos que hablar” de su pareja o un “a mi despacho, Castillo” de ese jefe con un palo metido por el culo todos los días.
No, ese día se jugaban algo importante, algo que podría condicionar a su humano de por vida.
-Ojala trabajase en la médula, las neuronas de arco reflejo no tienen que debatir sobre mierdas cada mañana. Se tiene que vivir bastante bien trabajando sin pararte a pensar en las consecuencias de la información que llevas…
Odiaba su trabajo. De todas las neuronas residentes en el organismo de Jorge Castillo, tenían que haberla escogido a ella para formar parte del comité de elecciones importantes. Doce neuronas encargadas de tomar decisiones que provocaban cambios drásticos a corto y largo plazo tanto fuera como dentro del organismo que las acogía a ellas y a billones de células más.
Apuró el café, se atusó la mielina del axón y entró en la sala maldita.
De puro cabreo, no miró al soma de ninguna de sus compañeras exceptuando a N9, su único colega en esa jaula de locos, y a N2, el Director de Ideas. Se conectó al resto de sus compañeros y se reenganchó a la reunión ya empezada:
-Llegas tarde N13. Tampoco es que sea una sorpresa pero quería dejar constancia -espetó N2 con una frialdad que habría alterado al sistema límbico-. Ocupa tu asiento y procede a dar el Sí en tu voto anda, aún hay que mandar el mensaje a Miembros Superiores para terminar la tarea y poder irnos a casa.
En su porción de mesa se hallaba la información sobre la situación, y no pudo evitar liberar una sensible descarga al dar un repaso a tan grotesca idea. Una sinapsis a escondidas de N9 le había puesto al día hacía escasos momentos, pero tenía la sensación de que no llegaba lo suficientemente preparado a la fiesta.
-¡¿De verdad estás proponiendo lo que creo que estás proponiendo?! -escupió N13 al director, presa de la impulsividad que le había hecho ganar su puesto hacía dos años.
– Como vuelva a recibir una insolencia por tu parte, te mando a Motoras y vas a estar moviendo meñiques hasta la apoptosis. Espero que te haya quedado claro.
-Precisamente a Miembros Inferiores es a donde deberíamos mandar el mensaje. Tenemos que largarnos de aquí lo más rápido posible. -N13 miró a N9 buscando su apoyo, que puso cara de resignación.
-Es lo que llevo intentando explicarles desde hace un rato Tre, pero es imposible. Yo ya he dado mi Sí a 2. Vamos a acabar con esto cuanto antes ¿Vale?
Ambos eran amigos desde hacía bastante tiempo, pero odiaba la parte pasota y descuidada de N9. Se mantuvo firme y se lanzó a una batalla que sabía perdida.
-Lo siento pero no pienso apoyar esto, y lo que no sé es cómo no se os hielan las dendritas de pensar en lo que nos estamos metiendo.
Aprovechó para estudiar al equipo que tan a ciegas respaldaba al director. N33, N25 y N18 eran los pelotas más vomitivos que había tenido la mala suerte de conocer. N5 nunca se mojaba y apoyaba todo lo que su “amante” N39 votaba. N28 no le caía mal, había trabajado en el nervio óptico y siempre tenía algún chisme interesante que contar, pero era bastante pureta (supongo que “ver” ciertas cosas puede endurecer a cualquiera). N60 y N61 eran directamente idiotas, pero estaban ahí por enchufe* directo de alguien del encéfalo. N6 no solía acudir nunca a las reuniones y era un maestro del escapismo, así que había mandado una descarga previa que decía “Sí a todo”, como en aquella serie que le contó N28 un día sobre un señor amarillo muy gordo que dejaba su trabajo en una central nuclear a manos de una especie de pájaro de madera que picoteaba todo el rato la tecla “Sí” del ordenador.
Los somas de sus compañeros viajaban entre la resignación, la ira, el cansancio, el abatimiento y el sadismo. N2 se dirigió confiado a N13.
-Ojalá pudiera decirte que tienes voz y voto en esto, pero no puedo seguir engañándote. La decisión ya ha sido tomada sin tu consentimiento, y el mensaje ha salido para Miembros Superiores instantes antes de tu llegada. Esperaba tu apoyo en esto pero no lo necesitábamos realmente.
La decepción de N13 se pudo sentir en toda la sala, sin necesidad de neurotransmisores. Automáticamente se desconectó del resto, mandando una sinapsis final a N9 con un “que te den” efímero.
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Los músculos flexores de los dedos de ambas manos recibieron el mensaje. Cuando la resistencia del cuello que agarraban empezó a ser más fuerte, aumentaron la potencia y siguieron contrayéndose. Cuando el pulso que nacía de la yugular que oprimían desapareció, siguieron acortándose. Tal y como se ordenaba, finalmente se elongaron, buscando ayuda de los extensores.
Estaba hecho. Acababan de quitarle la vida a una persona. Pero ellos no lo sabían, solo seguían órdenes. Saber era el trabajo de otros.
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*Sé que hay un chiste buenísimo con “enchufe” en una historia sobre neuronas, que utilizan descargas eléctricas para comunicarse, pero no he sabido encontrarlo. Que cada lector fabrique el suyo propio si quiere.
(Pequeña tontería que me rondaba la cabeza mientras iba terminando la historia, mis disculpas).
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