Lo grave de la gravedad

El ojo que ves no es ojo porque tú lo veas,
es ojo porque te ve. 

(Antonio Machado)

Adelantamos al camión. Por la izquierda, como dicen que se debe hacer. Llevaba un remolque con planchas de hormigón para construir, probablemente, algún edificio más en un ensanche de esos con pasos de cebra interminables. El camión llevaba la carga bien empaquetada – siempre observo, cuando el camión no lleva la parte trasera cubierta, qué mecanismos de seguridad, anclaje, sujeción, amarre, apego material – y hasta emocional – han utilizado. Supongo que será por temor a que se caigan los trastos en plena luna. En plena luna de nuestro coche, claro (la Teoría de la Gravedad empezará a ser verdaderamente grave cuando sí se nos puedan caer objetos a la luna, incluso caernos nosotros mismos). Pero volvamos al camión. Al pasar, siempre miro de reojo a quien lo conduce – son las ventajas de ser copiloto de carretera y manta y espía de ventanilla. Me resulta muy incómodo cuando se cruzan las miradas. En esta ocasión ocurrió, y el hombre iba fumando un puro con la ventanilla a medio bajar, o a medio subir, o el vaso medio lleno y aun tanta gente con sed. Cuando se encuentran las miradas, decía, siento como si estuviéramos en Fast & Fourious a punto de iniciar unade esas carreras ridículamente desenfrenadas por mitad de Nueva York o por algún polígono de la periferia (en esto no hay términos medios, y puede que no deba haberlos). Así que redirijo mi (re)ojo hacia delante y finjo que ha sido una mirada azarosa, casi distraída, que bien podría haberse topado con un montón de heno, vacas pastando o un cartel publicitario de Decathlon. Pero no, hay estaba “Don Puritos Dux”con su aire intimidatorio. Claro que nunca me pregunto si la otra persona, la del ojo que se cruza con el mío, también siente algo similar, o si más bien le importa poco un cruce de miradas como ese; tampoco si le quita el sueño que la carga del camión pueda desprenderse, o que las escasas vacas que habitan el paisaje vistan sudadera Quechua y zapatillas KalenjiAlgún día tengo que preguntarlo a voz en grito tras el adelantamiento, o realizar encuestas en gasolineras y áreas de servicio. Sí, quizá lo haga. A saber qué dice la gente. Cada persona es un mundo, se suele decir, y hasta habrá quien haya conseguido que se le caiga algo a la luna. La luna del cielo y los cráteres, claro, no la de nuestro coche.

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