He escuchado al viento, todo rumores, palabras perdidas y silbidos llenos de mundo, ¿me oyes?
Te decía que mañana por la tarde tengo que ir al médico porque no me duele nada.
Lo que me pasa es lo que no me pasa, ¿lo entiendes?
Mañana será hoy y yo no puedo seguir siendo la chica de ayer porque dejó de existir.
Hoy no me apetece. Ya mañana si tal.
Ya mañana.
Ya.
Ya sé.
Los lamentos del viento se me han metido tan dentro que floto como una bolsa de plástico,
bailo. Yo no lo planeé.
Pasó; me convertí en piedra.
Así siento que formo parte del planeta.
Así no siento.
Así no siento sentirlo cuando lo siento,
o lo siento menos por sentirlo.
Perdón.
Lo que decía: El viento, un suspiro.
Viento hace marea y contra viento y marea iremos. Conclusión: Somos dioses de la guerra.
¿Esta nada acaso es paz?
Un lugar de descanso para cuando las heridas de otros no me permiten seguir luchando;
el ojo de mi huracán;
una playa de arena fina donde olvido por qué necesitaba curarme de la tormenta
y hablo con el mar en calma de cuánto añoro lo que ya no conozco.
Me tiraré de cabeza, sin cabeza.
Gilipollas.
Todos nos morimos por vivir,
pero si nos dicen que vamos a morir, nos matamos.
Idiotas, que nacen a base de los sueños que no se lleva el viento.
Y yo hace demasiado que no duermo,
que me dejo llevar
o que me quedo donde estoy,
que mañana ya se verá.
Ya.
¿Qué?
No he dicho nada.
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